jueves, 3 de junio de 2010

Crónica de un desvelo anunciado...

Uno sabe que se lo va a llevar Candangas cuando, dos días antes de entregar una investigación bibliográfica, le llaman por teléfono y le dicen: "Tenemos un problema". Lo primero que se cruza por la cabeza es: "¿Cómo que tenemos un problema? Si yo llevo bien mi parte". Y entonces dan ganas de golpear a muerte al que llamó, porque el "problema" es que hizo una parte que no le tocaba, ¡y encima trata de echarle la culpa a uno!

Pero no se llega a estar 100% seguro de que viene Candangas hasta que no aparecen en la bandeja de entrada los correos con las partes del trabajo del que se había equivocado. Uno abre los documentos, así como el doctor que va a realizar una operación delicada, con mucho cuidado, no sea que toque por donde no es y se termine de fregar el asunto. Uno comienza a leer con temor la primera línea: "Al hablar del principio de publicidad debemos de referirnos a lo que esto en si significa...", y entonces se dice a sí mismo con resignación: "Ya está, sin duda que me llevó Candangas".

Son las nueve de la noche del día anterior a la entrega del trabajo, y ya está revisado y arreglado en tres cuartas partes. "¿Qué me falta? Ahhh sí, revisar la parte de aquél", que más que revisarla es volverla a hacer, porque su redacción es una mezcla de narración, en la que informa qué es lo que está por escribir, junto con párrafos enormes y textuales sacados tal cual de otro documento.

Uno hace un esfuerzo supremo por calmarse, por aquello de que la presión arterial no le vaya a pegar un porrazo por el estrés de tener que hacer un cuarto del trabajo, que originalmente no le tocaba. Y así se pasa el tiempo: dan las 10, las 11, el toque del Ángelus de la medianoche y es la de no acabar. Conforme van pasando las horas, a uno le toca hacer de todo para no caer inconsciente por el sueño. Desde comer pan dulce, tomar cantidades industriales de agua y hacerse un té, hasta ponerse a oír música de lo más bayunca con tal de reirse un poco. Eso sí, uno sabe que ya está grave cuando escucha cosas como ésta:



O ésta:


O peor aún, ésta:


Lo acepto, yo llegué a ese punto. Todavía más grave: ese último "éxito" musical se me quedó en la cabeza todo el santo día, y ahí anduve yo, silbe y silbe a la "Abusadora".

Después de mucho lelear con las canciones, me llegó (¡por fin!) la hora de descansar. Eran las cuatro de la mañana. Los pájaros ya comenzaban a cantar, y yo no había dormido ni un minuto. La verdad es que a este paso, la universidad me va a matar. Eso de estarse desvelando por culpas que no son de uno, como que no funciona demasiado.

¿Que cómo logre aguantar todo el día? Sólo porque la gracia de Nuestro Señor es abundante. Y aún así los herejes de los ateos no creen. Que Dios nos agarre en confesión.

_________________________________
P.D. Ya sé que este no es uno de mis mejores post, pero entiendan: sólo dormí dos horas, aún me estoy reponiendo.